7/7/10

Vampiros en Venezuela

Antes del estreno del Drácula de Bram Stoker (1931), en Venezuela no se hablaba de vampiros sino de los fantasmas locales: la Mula maneada, la Sayona, la Llorona... Así lo asegura el periodista Oscar Yanes, quien cuenta una anécdota de tiempos de Juan Vicente Gómez. "En 1935 el viejo ya estaba enfermo y la gente decía que la policía tomaba a los niños para sacarles la sangre y llevársela a Gómez". También en los años 30, la prensa reseñó que una mujer disfrazada de mendiga extraía el vital fluido de los más pequeños. "La gente contaba que a sus hijos les faltaba sangre". Yanes recuerda que por aquellos años era común escuchar: "¡Ay, como que se la están chupando!", en referencia a una mujer muy flaca.

Y es que los vampiros, seres inmortales que se alimentan de sangre humana, han apasionado a productores y consumidores de cultura en todo el mundo, y Venezuela no escapa.

En 1980 se estrenó en el teatro La Campiña una versión de Drácula, protagonizada por Raúl Amundaray, bajo la dirección de José Ignacio Cabrujas. "Vi las películas y fui a Broadway a ver las propuestas de Frank Langella y Raúl Juliá", recuerda el actor, quien luego haría El retrato de Dorian Grey en la televisión (1985), que tomaba rasgos del primero.

"El mío era un Drácula aterrador pero seductor, de hecho no tenía colmillos. Hacía el amor con las mujeres y tomaba su sangre, era un hombre galante, elegante, vestido de seda y trajes vaporosos... del personaje de Stoker tomé su forma de comportarse, su ademán, sus gestos, su caballerosidad, recuerda que él es un conde, el Príncipe de las Tinieblas", relata Amundaray.

En 1990 el grupo Seguridad Nacional edita el tema Vampiro, aquel que "siempre está deseando más... porque es un vampiro vestido de mujer". Zapato 3 reeditaría en 1993 el emblemático hit. Ya había salido en 1989 el pegajoso Drácula Don Juan, de Alberto K. También de los 80 es aquel helado homónimo que traía hasta unos colmillos postizos.

Reina de corazones (1998), de Kiko Olivieri, fue una telenovela de misterio transmitida por RCTV que tenía en su trama el personaje de la vampiresa Catalina Monsalve, interpretada por Dad Dáger. "Fue una experiencia divinamente extraña, porque era algo vampiresco con mezcla de esoterismo, con efectos especiales, algo sensual, erótico...", relató la actriz.

Considerando la especie de fiebre que se ha desatado en la actualidad con los vampiros, Dad Dáger dice: "Fíjate que estábamos como a la vanguardia hace más de diez años".

El escritor Norberto José Olivar hace la salvedad de que su interés por el tema comenzó precisamente hace una década. Su colección de cuentos, El misterioso caso de Agustín Baralt (2000), incluía en uno de los relatos al vampiro Ramón Pérez Bresner, un personaje real pero secundario, que pasa a ser el protagonista de una de las historias centrales que nutrieron luego Un vampiro en Maracaibo (Alfaguara, 2008).

De acuerdo con cifras de la editorial, se han vendido 3 mil ejemplares de este libro que ya va por su segunda edición. Olivar, quien opta por escapar del estereotipo del vampiro clásico, cuenta historias ocurridas en su Maracaibo natal. Según el autor, Ramón Pérez Bresner es un personaje que aparece en un documento del acervo histórico de la Secretaría de Gobierno, que data del año 1939. En el texto se ordena su captura por hipnotizar y violar mujeres, abusar de menores, brujería y vampirismo.

También narra el caso de Luis Ortega (llamado en el libro Zacarías), un asesino que en los años 70 tuvo más de 20 víctimas a las que asesinaba, bebía su sangre y luego sepultaba en ritos satánicos. Y la historia de un grupo que secuestraba a niños en los 80, para tomar el rojo fluido.

"El género humano tiene una fascinación por saber qué hay más allá de la vida, y el vampiro es el héroe de nuestros miedos, ha logrado vencer a la muerte. El vampiro no está sometido a normas sociales, religiosas o morales", opina Olivar.

Para Oscar Yanes el interés del público por los vampiros responde al miedo que produce el más allá. Mientras que Raúl Amundaray piensa que "la inmortalidad nos gusta a todos". Además, agrega el toque seductor, misterioso y hasta fantástico. Dad Dáger no descarta que haya morbo, pero cree más bien que se trata de darle forma a aspectos psicológicos del ser humano: "Reencarnar, chupar la energía del otro... eso llama la atención".

(Fuente: eluniversal.com)
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