La región patagónica estuvo constantemente poblada desde hace unos 12.500 años. A la llegada de los españoles existían dos grupos principales con una frontera aproximada en el río Chubut: hacia el Norte, los GÜNÜN-A-KÜNNA (Tehuelche Septentrionales), hasta los ríos Limay y Negro; hacia el Sur los AONIKENK (Tehuelche Meridionales) hasta el estrecho de Magallanes.
En 1520 Hernando Magallanes, en su viaje hacia el estrecho, recaló en Puerto San Julián (50º lat.Sur), en la actual provincia de Santa Cruz, donde ocurrió el primer encuentro con los nativos. Antonio Pigaffeta, cartógrafo y cronista de la expedición los describe así: "...Tan grande era ese hombre, que nuestra cabeza apenas le llegaba a la cintura..."
"Es que los gigantes patacones no eran fantasías de cronistas alucinados por las privaciones y los largos viajes, eran los primeros habitantes que tuvo América, los tehuelches. Enormes cazadores, corpulentos, de unos 150 kilos, tez oscura y ojos asiáticos, que vivían de la carne de guanacos y ñandúes y se vestían con pieles. América es como un gran embudo, y las culturas más primitivas estaban muy abajo, en el vértice. Los tehuelches son los más antiguos, aparecieron hace unos 10.000 o 12.000 años", explica el doctor Rodolfo Casamiquela, de paso por Buenos Aires para recibir el Premio Konex de Platino Humanidades 2006 en Antropología y Arqueología Cultural.
La creación entre los Tehuelche era atribuida a un ser que siempre existió. En un principio vivía rodeado por densas y obscuras neblinas "allá donde se juntan el cielo y el mar".
Pensando en la terrible soledad que le rodeaba, aquel ser rompió a llorar, y lloró durante muchísimo tiempo, tanto que es imposible calcularlo. De las lágrimas que brotaban de sus ojos se formó el mar primitivo, ARROK, primer elemento de la naturaleza. Esa divinidad eterna y todopoderosa es llamada KOOCH. Cuando advirtió que el agua brotada de sus ojos seguía en constante aumento, dejó de llorar y dio un profundo suspiro. Ese suspiro originó el viento, que disipando las obscuras neblinas, dio lugar al nacimiento de la claridad "igual que ahora aparece el día después de la noche en el lejano horizonte".
Creados los tres elementos del espacio, el Viento, la Luz y las Nubes, KOOCH hizo surgir del seno del mar primitivo una isla muy grande, sobre la cual creó la vida perecedera, es decir: las aves, los animales, los insectos y los peces. A fin de admirar aquella maravillosa obra de KOOCH, el Sol enviaba luz y calor; las Nubes llevaban la lluvia bienhechora y el Viento se encargaba de crear los pastos.
La vida se desenvolvía en forma pacífica en la isla de la cosmología Tehuelche, hasta que aparecieron los gigantes, seres monstruosos y perversos. Desde esa isla ELAL trasladó a la Patagonia a todos los animalitos que fueron sus fieles amigos, una vez que se instalo en la nueva tierra.
ELAL, es el personaje central de la mítica Tehuelche, más que un dios, es un héroe educador, maestro de la caza y protector.
En la legendaria isla creada por KOOCH, nació ELAL, hijo del gigante NOSHTEX y TEO (Nube).
Fue el Cisne, quien trajo a ELAL siendo aún muy pequeño. El Cisne depositó al niño en la cumbre del Cerro CHALTEN (Fitz Roy) donde durante tres días y tres noches, protegido por las aves, contempló la nueva tierra.
ELAL, fue el creador de los CHONEK (Tehuelche), reveló a los hombres el secreto del fuego, inventor del arco y las flechas, les enseñó el arte de la caza y como seres creados a su semejanza les inculcó algunos principios de moral y conducta.
Finalmente, el ciclo termina con el alejamiento del héroe, que ha cumplido su misión, para dar lugar al hombre sobre la tierra.
ELAL desciende de la montaña, reúne a sus fieles camaradas, les prohíbe que le rindan homenaje alguno y retorna a su Isla llevado por un majestuoso cisne. Es en esa misteriosa Isla donde ELAL aguarda a los CHONEK muertos, que llegan guiados por WENDEUNK, un espíritu tutelar que lleva la cuenta de las acciones de todo Tehuelche.
En la legendaria isla creada por KOOCH, nació ELAL, hijo del gigante NOSHTEX y TEO (Nube).
Fue el Cisne, quien trajo a ELAL siendo aún muy pequeño. El Cisne depositó al niño en la cumbre del Cerro CHALTEN (Fitz Roy) donde durante tres días y tres noches, protegido por las aves, contempló la nueva tierra.
ELAL, fue el creador de los CHONEK (Tehuelche), reveló a los hombres el secreto del fuego, inventor del arco y las flechas, les enseñó el arte de la caza y como seres creados a su semejanza les inculcó algunos principios de moral y conducta.
Finalmente, el ciclo termina con el alejamiento del héroe, que ha cumplido su misión, para dar lugar al hombre sobre la tierra.
ELAL desciende de la montaña, reúne a sus fieles camaradas, les prohíbe que le rindan homenaje alguno y retorna a su Isla llevado por un majestuoso cisne. Es en esa misteriosa Isla donde ELAL aguarda a los CHONEK muertos, que llegan guiados por WENDEUNK, un espíritu tutelar que lleva la cuenta de las acciones de todo Tehuelche.